Nuestra experiencia con las emociones
A lo largo del día experimentamos un amplio rango de emociones. ¿Qué hacemos con ellas?
Es muy habitual que en nuestro día a día se nos presenten emociones que nos resultan desagradables y otras que no. Si te paras y lo piensas, seguramente las emociones que te resultan agradables las dejas estar. Sin embargo, ¿qué hacemos con las que son desagradables?
Seguramente te las quieras quitar de encima cuanto antes. No obstante, ¿qué ocurre cuando hacemos esto? Pongamos un ejemplo: imagina que te sientes muy triste y comienzas a pensar y recordar situaciones que te hicieron sentir triste o decepción, o situaciones problemáticas. Es posible que esta respuesta te distraiga momentáneamente de la emoción displacentera, dándote la sensación de que puedes controlarla. Sin embargo, en última instancia, lo que ocurre es que la emoción de tristeza se mantiene por más tiempo. Parece que lo que nos dice la experiencia es que cuanto más queremos quitarnos las emociones de encima, más las vamos a tener. El problema radica, entonces, en nuestra manera de gestionarlas.
¿Qué hacemos entonces? Las emociones no son permanentes y tampoco podemos elegir cuál sentimos en determinado momento. Lo que sí podemos elegir es conectar con ellas, prestarles atención. Tener una actitud de apertura a nuestras respuestas emocionales, ya sean ligeras o intensas, y así encontrar un equilibrio para poder gestionarlas de manera efectiva.
Es importante que sepamos que las emociones tienen un sentido. Nos brindan información acerca de nuestro ambiente. Nos hacen poner en marcha según las demandas de éste. Pongamos por ejemplo la ansiedad: en una situación de peligro, sentir ansiedad (taquicardia, tensión muscular, entre otros) nos permite tomar acción y movernos para encontrar una solución rápida.
Las emociones también comunican a los demás cómo nos encontramos por medio de nuestras respuestas emocionales (tono de voz, expresiones faciales, acciones, palabras, etc.). Esto permite que los demás se muevan para ayudarnos, por ejemplo. En este sentido, las emociones nos mueven y motivan de muchas maneras para favorecer nuestra supervivencia.
¿Qué pasa en nuestro día a día con nuestras emociones? Que pueden ser tan variadas como colores del arcoíris. En un estudio de 2015 observaron que las emociones diarias más frecuentes eran la alegría, el amor, la ansiedad y satisfacción, seguidas por estar alerta, esperanza y tristeza. Además, también observaron que podemos sentir a la vez tanto emociones que nos resultan agradables como las desagradables.
En definitiva, aprender a reconocer nuestras emociones, atenderlas con actitud de apertura y ver cómo se desenvuelven de manera natural significa que comenzamos a relacionarnos con ellas de manera más efectiva. Así conseguiremos cambios verdaderamente importantes para nuestra vida.
Referencia:
Stoewsand, C. (2021) - Comunicacion Compasiva. Cómo remediar las relaciones difíciles. Editorial: Tres Olas Ediciones.